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Foto del escritorMaria Luisa Alvarez

Actualizado: 20 jul 2018

”VAS - ESPACIOS DE CIUDAD


Pasear la ciudad, a pie o bicicleta, es para muchos la mejor escapada a la exigente y estresante dinámica laboral a la que estamos sometidos.

Si alguna vez lo perdió, la calle recupera progresivamente, sobre todo en las ciudades europeas, y especialmente en las del sur, ese carácter de lugar de encuentro que los clásicos denominaban ágora.

El supremacismo automovilístico se apoderó del urbanismo de nuestras ciudades provocando en pocas décadas (100 años mal contados) profundas heridas con secuelas difícilmente subsanables. La escala espacio-temporal impuesta por esa concepción es difícilmente reconciliable con nuestra escala humana, cruzar caminando el Puente del Alamillo o la SE-30, pasear por la Cartuja, llegar caminando a Nuevo Torneo o a Los Bermejales patentizan el fracaso de la concepción de la Ciudad en base a modelos de movilidad ya caducos.

En los ochenta se puso de moda las ahora denominadas “plazas duras”, preciosistas imágenes en revistas como el Croquis seducían a los estudiantes de arquitectura de medio mundo. Resumían y suponían la traslación a la calle de la exquisita y ya académica arquitectura del movimiento moderno.

Eran sin duda, aún lo son, la máxima expresión de la egolatría de algunos grandes arquitectos de la modernidad. Plazas y espacios públicos proyectados exclusivamente con la finalidad de enmarcar o potenciar la genialidad arquitectónica de sus autores.

Plazas de geometrías limpias y puras, donde un banco, una pérgola o un árbol solo existen si con ello se logra enfatizar alguna virtud arquitectónica.

Quizás nuestra visión de esta concepción del espacio público como desacertada no tendría tanto sentido si valorásemos soluciones de este tipo proyectadas en países nórdicos, con maravillosos ejemplos en ciudades como Oslo, Ámsterdam o Copenhague sino su traslación literal a múltiples localizaciones de nuestra árida y calurosa Andalucía que en su tránsito nos hacen añorar los paseos por los jardines del Alcázar, del Generalife o del Parque de María Luisa.

Estos últimos espacios tienen en común tres elementos protagonistas que dan título a nuestra reflexión; Verde-Agua-Sombra, (“VAS”).

Concebir, proyectar y construir un espacio VAS implica para el arquitecto un apasionante y gran reto profesional, en cierta manera supone una renuncia a manejar exclusivamente el lenguaje arquitectónico aprendido, subordinándolo, o al menos integrándolo en una visión mucho más amplia y multidisciplinar.

Proyectar aunando a conceptos estáticos como geometría, volumen, materiales y texturas la dinámica de la naturaleza y su evolución, crecimiento, floración, colorido, olor y las posibilidades que todo esto ofrece en el tratamiento de la luz enriquece indudablemente el resultado de estos espacios.

La oportunidad que ahora se nos presenta de actuar en un vacío urbano de indudable relevancia, re-cualificando un tramo de ribera tradicionalmente secundario y provocar su inserción en un barrio caracterizado por una arquitectura de alta densidad y de escasa presencia de espacios públicos parece el escenario ideal para poner en valor este concepto.

- El verde, materializado a través de praderas, vegetación rastrera, trepadoras, arbustos y arboleda, presidida su implantación por principios de xerojardinería.

- El agua presente más allá de su proximidad al río a través de distintas configuraciones, generando estanques y regueros concebidos como elementos de integración paisajística, acompañando al paseante en su tránsito pero aportando a su vez un valor añadido como elementos de regulación en la concepción de un ciclo integral del agua.

- La sombra, ya sea obtenida directamente de árboles de gran porte, de extensas pérgolas pobladas de trepadoras diversas o grandes aleros con cuelgues vegetales en las edificaciones proyectadas.

Elementos que serán leit motiv de nuestra propuesta contribuyendo con este objetivo la solución de recorridos peatonales a través de suelos mixtos y pavimentos híbridos, que posibiliten el drenaje y captación del agua superficial y su reutilización e incorporación a los sistemas de riego, sin abandonar el compromiso de compatibilidad de estas soluciones con su uso por personas ancianas, con movilidad reducida y usuarios de sillas de ruedas.

La respetuosa intervención en la ribera del río se realizará mediante el tratamiento de las orillas desde una perspectiva de naturalización utilizando variedades y genotipos locales o autóctonos y manteniendo los arboles preexistentes que por su tamaño o estado fitosanitario puedan considerarse útiles o singulares.

La aplicación de todos estos conceptos y su integración en un espacio urbano singular pretenden la materialización de un modelo dinámico, fresco, disfrutable en cualquier estación del año, apto para el paseo, el descanso, la meditación y el juego o el deporte; conseguirlo será nuestro reto………………………………..M. Luisa Álvarez

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